El
otro día me miré en el espejo, cosa que no hago con demasiada
frecuencia desde hace años. Antes, si me entretenía mirarme y coquetear conmigo mismo, pero eso pasó a mejor vida, la cuestión, es
que vi que mi pelo empezaba a desaparecer de mi cabeza y el poco que me
va quedado se va decolorando, vamos más que decolorarse se está
viniendo a blanco, encima debiera estar contento porque peor sería
estar totalmente calvo. Miré mi barriga y vi que empezaba a estar
mas colgante y flácida de lo que recordaba haberla visto
anteriormente y que los surcos de mi cara se están haciendo más
profundos. El envejecimiento es algo curioso, tan progresivo que
parece no estar sucediendo. Y sin embargo, un buen día te observas
con más atención en el espejo y cuando adviertes todas esas señales
juntas, parece que el tiempo se comprimiera sobre sí mismo y que
cinco años pasaran de golpe.
Y,
sin embargo, madurar con conciencia de estar haciéndolo, saber que
el deterioro y la vejez son insoslayables y que por eso conviene
cultivar la mente, más capaz de aguantar a pie firme hasta el final,
había formado parte de mi forma de ser desde hace ya bastante
tiempo.
No soy de esos que gustan rodearse de gente menor porque es
mucho más fácil impresionar a quienes aún no tienen una historia
que contar, pero también digo que por el momento, no están hechos
para mi esos lugares donde se reúne la gente mayor a jugar a las
cartas y al bingo. Van a esos lugares donde recuerdan y cuentan su
mili, sus fracasos y y quién fue su gran amor y todo en tono de
queja. No. Me niego a seguir esos cánones. Que nada hay más inútil
que la queja, pues solo los que te aman se preocupan de lo que te
ocurre. Que la vocación también se oxida, pues el ser humano tiene
una capacidad infinita para aburrirse de lo que hace día tras día.
Que la posteridad ha dejado de existir. Que todos seremos carne de
olvido.
Que
vivir con dignidad, y no como un animalillo llorón, es enfrentar el
futuro de frente y con los ojos abiertos.
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La fotografía que presento es una pintura acrílica, S/T, de medidas 70X50 cm. Año 2018.
La fotografía que presento es una pintura acrílica, S/T, de medidas 70X50 cm. Año 2018.
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