Acababa de tener la última bronca con su padre y acabó llorando. Se sentía impotente. De siempre le habían dicho que ella debía que estudiar algo que a ella le hiciera feliz. Simplemente eso es lo que había decidido y pagaría el precio que hiciera falta.
Laura lo que deseaba desde niña cuando diseñaba y hacía vestidos a sus muñecas con retales que encontraba con por cualquier sitio y después de mayor se fue confeccionando su propia ropa y a veces incluso algún vestido para su mamá. Ella no deseaba hacerlo como hobby, como le aconsejaba su padre, sino como profesional, para lo cual, iba a acudir a una academia a aprender a diseñar patrones y las diferentes técnicas para los diferentes tejidos, en fin, que le faltaba mucho tiempo, pero tenía la total seguridad de que un día tendría una tienda con un cartel: LAURA PONS DISEÑADORA/MODISTA, pero esa seguridad solo la mantenía ella. Los demás, pensaban que era un simple capricho.Y en esa guerra andaba, cuando dejó medicina en la universidad para dedicarse a lo que realmente le gustaba.
Laura llevaba dos años saliendo con Francisco un estudiante en el último año de derecho con muchas expectativas de ser un reconocido abogado como su padre, que ya le tenía un despacho en su gabinete, para cuando próximamente acabara la carrera y algún que otro Máster fuera de España.
Laura y Francisco hasta ahora habían sido muy felices en su relación, pero en las conversaciones familiares, Francisco empezaba a darle la razón a su padre en vez de a ella.
__Como una "modistilla" va a ser la mujer de un gran abogado. Decía su padre.
__Sin duda, se le vería mucho mejor, con una bata blanca y un fonendo. Apuntaba Francisco.
__ Pero si a ella le gusta más la costura y puede ser una gran diseñadora. Qué desmejora eso a una mujer?. Aportaba su madre.
Y Laura como siempre acababa en su habitación y llorando.
A pesar de todo la relación entre la pareja iba bien, se conocían de toda la vida.
Cuando Francisco termino el curso, fin de carrera, decidieron pasar el verano de sus vidas, haciendo todo lo que les gustase y fueran capaces hasta que en octubre, él se fuese a Londres a realizar el doctorado y un Máster de Derecho Privado.
A últimos de junio viajaron a Tarifa a practicar Windsurf, jugar al golf y bañarse en la playa de Bolonia, donde se lo pasaron muy bien junto a otros amigos, ella era el primer año que acudía porque el anterior no se lo permitió su padre por los problemas con los estudios.
A mitad de julio, se fueron con una tienda de campaña al Festival Arenal Sound 2020 de Burriana y no dormían prácticamente nada, pero se divertían muchísimo. Allí conocieron a mucha gente y eso le servía para vigilarse las pertenencias mientras se ausentaban a la playa o al restaurante. Entre los vecinos de tienda, había uno al que le gustaba mucho la música, leer y dormir. Era lo que se dice un chico pacífico y tranquilo el tal Javier.
Al cuarto día cuando estaban descansando en la tienda después de venir de la playa y comer Laura recibió la llamada de su madre que le comunicaba que tras las pruebas que había realizado para un programa de costura de la televisión había sido aceptada como concursante de derecho. Cuando Laura toda eufórica y feliz, le dio la agradable noticia a Francisco, sobre lo del concurso, a él le cambió a la cara y le dijo, que suponía que aquello no iría en serio, a lo que ella contestó con una rotunda afirmación y que la hacía muy feliz. Él ya eufórico le aseveró no veía bien que su mujer fuera costurera y que en ningún caso lo iba a aceptar, que se lo quitara de la cabeza rotundamente. Ella salió de la tienda, se sentó en el suelo, tapo la cara con sus manos y se puso a llorar totalmente desconsolada. Así estuvo mucho rato y mientras Francisco ofuscado se largó sin desear hacer las paces en ese momento.
Cuando llevaba un rato en esa postura y situación y ya un poco más relajada, se fue quitando las manos poco a poco de la cara para no ser sorprendida con la cara roja y llena de lágrimas y entonces abrió los ojos y, al alzar la vista, se tropezó con una tierna sonrisa: La de Javier, el vecino de tienda que, la miraba desde la puerta de la suya, mostrándole una sonrisa y con un libro entre las manos.
Ella que se sintió halagada y también le sonrió a él.
__Eres demasiado guapa para llorar por un único cielo, hay otros que también pueden hacerte feliz. Le dijo Javier.