Odio también esa comida llevada a la playa en tappers y calentada por el sol, o bien esos bocadillos envueltos en papel de aluminio y cuyo pan esta flácido y el salchichón como cocido. Claro que también tienes la opción de hacerte el elegante e irte a comer al chiringuito más próximo...gran error, porque la comida en estos antros suele ser de pésima calidad y cara. Si en un momento dado te pasa por la cabeza meterte en el agua para refrescarte un poco del bochorno ve con cuidado con los niños que van en balsas flotantes, con los que aprovechan para hacer pipí en el agua, con las medusas que pueden picar donde menos te lo esperes o con las miles de cosas irreconocibles que puedes encontrarte flotando en el agua.
Si a pesar de todo esto insistes en tu peregrina idea de ir a la playa, ¡allá tú!...pero vigila tu reloj, tus gafas de sol o tu móvil porque pueden desaparecer de tu vida en cuanto te metas en el agua. En definitiva: Para mi la playa es lo más parecido a pasar un día en las
calderas del infierno. Y a todo esto, no se si he dicho que no me gusta la playa.
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La fotografía que presento corresponde a una pintura acrílica sobre papel preparado, S/T, de medidas 70X50 cm. Año 2018
REPRODUCIR.
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