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sábado, 21 de abril de 2018

LA PLAYA

Hoy hace un día que cualquiera diría que estamos en julio. Hace cuatro días, lluvia y frío húmedo e intenso y de golpe y porrazo calor veraniego. Ya llega mi época mala. No soporto el verano y en cambio la gente contenta con este hecho. Es algo que nunca entenderé. No soporto el calor ni el sudor, ni no poder dormir de noche ni de día a no ser por el aire acondicionado, puesto a potencia del polo norte. Mi estudio se convierte en una auténtica olla exprés, que mezclado el enorme calor ambiente con el aire acondicionado a tope, es cuando ya se me descoloca la cabeza y no se ni donde me hallo. Pero si tuviera que elegir lo que menos me gusta del verano, es... Pues eso, la jodida playa. Nada peor que aborrecer las playas y vivir rodeado de ellas. No concibo como la gente puede divertirse pasando el día entero en tan insufrible lugar. Un sitio donde el sol te martillea los sesos minuto a minuto,donde no tienes sitio material para poner ni una patética toalla donde “maltenderte” un rato, donde tienes que soportar las jaurías de adolescentes y no tan jóvenes jugando a las paletas, donde la arena se entremete por cada uno de los orificios de tu cuerpo y donde la gente decide animarte la mañana con su insufrible música en estéreo, puesta a miles de decibelios para que también la puedas compartir.
Odio también esa comida llevada a la playa en tappers y calentada por el sol, o bien esos bocadillos envueltos en papel de aluminio y cuyo pan esta flácido y el salchichón como cocido. Claro que también tienes la opción de hacerte el elegante e irte a comer al chiringuito más próximo...gran error, porque la comida en estos antros suele ser de pésima calidad y cara. Si en un momento dado te pasa por la cabeza meterte en el agua para refrescarte un poco del bochorno ve con cuidado con los niños que van en balsas flotantes, con los que aprovechan para hacer pipí en el agua, con las medusas que pueden picar donde menos te lo esperes o con las miles de cosas irreconocibles que puedes encontrarte flotando en el agua.
Si a pesar de todo esto insistes en tu peregrina idea de ir a la playa, ¡allá tú!...pero vigila tu reloj, tus gafas de sol o tu móvil porque pueden desaparecer de tu vida en cuanto te metas en el agua. En definitiva: Para mi la playa es lo más parecido a pasar un día en las
calderas del infierno. Y a todo esto, no se si he dicho que no me gusta la playa.
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La fotografía que presento corresponde a una pintura acrílica sobre papel preparado, S/T, de medidas 70X50 cm. Año 2018


REPRODUCIR.

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