Muchas veces pensé si merecía la pena. Es decir, nacer, crecer, reproducirse (¿?) y morir. ¿De verdad es necesario complicarlo tanto?. Pensaba yo. Vidas llenas de grandes celebraciones y grandes tristezas. De estudios, trabajo, hipotecas... De tantas cosas que queríamos y no necesitábamos, de tantas cosas que no queríamos querer y tanto íbamos a necesitar... Cuándo llegamos a esto, en qué punto entre el taparrabos y los smartphone nos perdimos, por qué esa necesitad de sentirse útil para la sociedad se vuelve tan autodestructiva que nos succiona la vida. Ahora miro a mi alrededor y veo padres que han consumido sus vidas en un lugar llamado trabajo, sea cual sea, intentando recuperar el tiempo perdido viendo fotos y vídeos de cómo sus hijos aprendieron a caminar, a hablar... Recordando algo que no pueden recordar, porque no estaban ahí. Estaban trabajando.
Veo
a jóvenes de 15 y 16 años que ya pasan las noches entre pilas de
apuntes, desperdiciando las noches de sueños adolescentes, de sueños
húmedos y alegres de primeras veces y besos encontrados. Y me veo a
mí, mirando esto desde fuera, a partir de que la vida me dio la posibilidad de pintar y me lo ofreció como camino principal.
Lo importante es hacer lo que te gusta, porque solo hay esta vida y no está para ahorrar, si no para gastar, para derrocharla toda, consumirla a tope, que los problemas vienen solos y sin avisar. Por eso el mejor oficio es aquel que a un@ le hace sentir bien, ninguna otra cosa justificaría gastar tu tiempo.
Cuanto más lo pienso, más sentido le encuentro a trabajar en algo que a un@ le hace feliz, y eso no lo veo en ninguno de mis conocidos titulados o sin título.
Lo importante es hacer lo que te gusta, porque solo hay esta vida y no está para ahorrar, si no para gastar, para derrocharla toda, consumirla a tope, que los problemas vienen solos y sin avisar. Por eso el mejor oficio es aquel que a un@ le hace sentir bien, ninguna otra cosa justificaría gastar tu tiempo.
Cuanto más lo pienso, más sentido le encuentro a trabajar en algo que a un@ le hace feliz, y eso no lo veo en ninguno de mis conocidos titulados o sin título.
Por
tanto me encuentro cada vez más confortado
con la decisión que tome hace muchos años, que después de mucho
meditar decidí mandarlo todo a la mierda. A los formalismos, a los
papeles, a las etiquetas y a las horas perdidas.
Tuve la posibilidad ser mi propio jefe. Trabajé y trabajo muchas
horas, quizás demasiadas, pero siempre fue y es por mi proyecto y
no por el de otro. Viví una vida decente, puede que nunca llegue a
tener ningún capital, pero no me quedé de brazos
cruzados viendo como un sistema impuesto me destrozaba.
Y me dispuse a desafiar al mundo, advirtiéndole que pasase lo que
pasase yo estaba dispuesto a ser feliz y de todo eso, la pintura ha
sido siempre la responsable.
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La fotografía que presento es un boceto acrílico sobre papel, para futuro autoretraro, de medidas 70X50. Año 2018
REPRODUCIR.
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