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jueves, 16 de noviembre de 2017

LA SIESTA

Para mirar un cuadro nunca se debe ir con prejuicios, solo en disposición de disfrutarlo y concluir si gusta o no gusta. Para el espectador de arte no debe haber ninguna otra regla. Si alguien te ha camelado con el "tú, es que no entiendes de pintura", ni caso, porque el arte en general y la pintura en particular, o te llega o no te llega. No hay más. Una vez ante un cuadro, a veces, se da una transmisión de la obra al espectador. ¿Y que es transmisión? Transmisión: Es lo que una obra nos dice, nos conmueve, nos alegra, nos entristece. Es algo que se activa en tu cuerpo al ver una obra de arte. Por tanto, esta ha cumplido su cometido. Hay varias razones por las que puede llamar la atención, unas más profundas que otras, incluso depende del momento, pero nunca necesita de enrevesadas conclusiones. Básicamente, la cosa es así. Simplemente un divertimento y si un cuadro no gusta, pues no gusta y no pasa absolutamente nada y tampoco se debe pedir un razonamiento por ello.
¿Porque esta pequeña explicación? Porque os voy a presentar un cuadro que es sencillo de mirar, pero si alguien quiere ir un poco más allá y hacer alguna interpretación, puede hacerla.
Por cierto, en esta pintura, también hay un gato... Cuando pinté este obra, hace algunos años, puede que hubiera algún tipo de intencionalidad en la situación y colocación de las figuras pero también fue un poco cuestión de equilibrio del dibujo. Los colores son quizás algo más alegres que un tiempo antes. Poco más quiero decir sobre esta pintura, solo que es oleo sobre lienzo, de med. 081X120 cm. y que lo pinté allá por el año 2000.


Pinchar en la foto para ampliar.


REPRODUCIR.

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