De momento, contactó con sus hermanos contándoles lo sucedido. Lo llevaron al hospital con urgencia y tras la visita y las pruebas pertinentes el médico les comunico que había sufrido un ictus y había quedado afectado su cerebro. Ya no era conveniente dejarlo solo en casa, de vez en cuando tenía esas pérdidas de memoria y cualquier cosa le podía pasar. Después de una tensa reunión entre los cuatro hijos la decisión fue drástica, viviría un mes en casa de cada hijo, cada quinto mes repetiría casa. Él que había dado todo por todos ellos, incluso les había repartido el patrimonio cuando su madre murió ahora se encontraba como un bulto molesto en todas y cada una de las casas en las que le tocaba estar mensualmente.
El ya no podía decidir, debía acatar los planes que sus hijos habían organizado para él. Él que tanto había entretenido a todos sus nietos mientras sus padres trabajaban, ahora no sentía ni la respuesta en forma de sonrisa por parte de ellos. También se había tornado molesto para los pequeños ya que algunos no eran ya tan pequeños. Cada día sus perdidas de memoria eran más frecuentes y largas y a pesar de todo, era en esa situación cuando se sentía menos mal, cuando recuperaba la memoria, percibía como un suplicio la vida. Una silla en el rincón del salón y mirar la televisión en silencio era todo el entretenimiento con que le obsequiaba la vida para los restos, y menos mal que no lo ataban como para dormir, alegando que era para que no se cayera ni le pasara nada malo. Peor no podía ser, pensaba él. El abuelo se autodenominaba, "el estorbo del mes", frase que repetía de forma íronica a media voz, sin obtener respuesta por parte de ningún miembro de la casa, sentado en su silla y con la mirada perdida. También en la lucidez, solía balbucear entre dientes y con frecuencia un pensamiento que repetía. -¡Soy solo una pesada carga para todos y solo deseo irme contigo allá donde estés...! Sus hijos le reprochaban que dijera esas cosas tan duras de oír. Un día el abuelo se sintió aliviado, al ver que no podía levantarse de la cama, manifestó con agrado, que estaba llegando el momento que él tanto esperaba, que deseaba con todas sus fuerzas. Y pronto dejo de conocerlos a todos, que se turnaban para estar a su alrededor, pero ya era un poco tarde, él, al menos en apariencia, había dejado de sufrir, y ya ni era necesario tenerlo atado, no tenía y no quería tener fuerzas para salir del lecho. Acostumbrados a tenerle inmóvil ya no era preciso vigilarlo, solo que cada vez necesitaban entrar dos para alimentarle y asearle a las horas correspondientes, mientras uno le daba el alimento, el otro le aguantaba levantada la cabeza y ese mismo rito se repetía cada día, aunque a él se le había olvidado hasta tragar, con lo cual cada vez estaba más débil.
Una tarde de domingo, su nieto, el mayor de todos, llego a casa de su tío, para visitar al abuelo, al que llevaba un tiempo sin ver. Entró en la habitación, llamó su atención pero el abuelo no hizo ningún movimiento y el nieto le cogió de la mano y la noto extremadamente fría, impresionado llamó a su tía, cuando entró y le tocó la mano y la cara comprobó que no se movía, ni respiraba. Se había ido al recuentro de su querida esposa en un sueño placido de una tarde de domingo. Seguramente, llevándose la tranquilidad de no sentirse en adelante un estorbo.
FIN.
........................................................................................................................................ Gracias siempre por vuestros comentarios.
Composición de un dibujo a partir de unas manchas previas producidas con abonos para plantas, sobre el papel, de medidas 42X30 cm. Año 2015.
REPRODUCIR.
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