Estamos solos. Sin la más mínima intención de levantarnos del sillón. Ella me mira entredormida, como atenta a lo que yo vaya a hacer. Las persianas cerradas. Las ventanas a cal y canto, y nosotros dos, sentados en el sillón, cada uno en el suyo. Esperando juntos no sé que. Sin producir ni sonidos. Ella es agresiva cuando quiere. Pero yo también. Por eso nos mantenemos juntos pero sin demasiada cercanía. Aunque confieso que sabe muy bien cuando tiene que acercarse.
Siempre, si me voy se va. Si me subo a pintar, allí que se planta, que voy a la cocina, se pone en la silla más próxima a mí. Siempre, donde voy va.
Ayer por la noche, se sentó a mi lado, en silencio como siempre, nos mirabamos los dos. Y después de un rato nos quedamos dormidos. Uno al lado de la otra.
Ahora la miro fijamente y recuerdo que falta un día, y ella no lo sabe. Nunca lo va a entender, pero falta un día para que cumpla cinco años. Sin embargo, así y todo sin entender porqué, pero estoy seguro de que siempre va a estar a mi lado. Podemos estar mirándonos cuatro o cinco horas tranquilamente, la tele nos acompaña pero no nos interesa lo que dicen. Nos miramos incansablemente sin sonidos, sin palabras no serían posibles, y si lo fueran, serían inútiles. A veces es mejor el silencio, la compañía en silencio. Nada, que no hace ruido, está pero casi no se nota, pero está. Yo se que ella está. Cada rato un bostezo. Cada rato estiramos las piernas,los brazos... y después nos volvemos a sentar, a mirarnos, a enroscarnos, cada uno en su lugar, sin molestar al otro, pero haciéndonos compañía. Grata, al menos para mi.
Pero, seguro que no sabe que mañana se cumplen cinco años que nació y cuatro y once meses que me acompaña en casa. Eso no lo puede saber... creo que no. Me mira, la miro, hasta que se queda dormida. Me vigila, sigilosa, si voy al baño me mira, si me paro se para, si me siento, se queda quieta, pero yo se que me mira. Se acomoda en su lugar, cerca del mío, y me mira.
Estamos los dos solos, ella y yo, juntos, pero sin invadirnos. No tiene noción del tiempo, del espacio... y en eso nos estamos empezando a parecer. Somos dos,pero ella no lo sabe. Porque ella acompaña con el simple hecho de sentarse en el sillón a mirarme entredormida, sin la más mínima intención de levantarse.
Estamos empezando a parecernos mi gata y yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar.