Me regodeo en su escritura, en su castellano limpio y amplio. Lo leo y lo releo, he disfrutado siempre de todo lo que de él se ha publicado y ha llegado a mis manos.
La lectura de su obra siempre se me hace fácil y familiar, quizás porque los dos tenemos en común ser castellanos y conocemos el medio rural, yo por vivido y él por erudito, aunque pueda haber algún matiz diferencial entre las diferentes provincias de las castillas.
Me hubiera gustado mucho conocerle en persona, porque por medio de su literatura y en algún programa de televisión ya lo había conocido.
Me lo imagino frágil, de modales armónicos, parsimonioso, educado y amable con el prójimo, lógicamente muy culto y de amplísima dialéctica. En definitiva una gran persona a la que me hubiera encantado estrechar la mano.
Quizás lo único que me hubiera separado un poco de él, su afición por la caza que yo no alcanzo a comprender, pero no obstante leí su Diario de un cazador.
De todas maneras lo que pretendo aquí es escribir sobre un gran y prolífico escritor.
Su escritura sencilla, culta y entretenida, le hace tener muchos lectores para su larga lista de títulos, más de cuarenta entre los de narrativa, ensayo y de viajes, además de los muchísimos artículos en prensa, fundamentalmente en El Norte de Castilla.
Ya creo haber comentado lo ameno que resulta leerle, lo bien que domina el idioma en general y el rural en particular.
Recuerdo que el último libro que leí fue: Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso, me gustó tanto como los que anteriormente había leído, siendo verdad que como en todo, unos me gustaron un poco más que otros, porque eso pasa siempre y en todo. Los que más me gustaron quizás fuera porque el tema me llegaba más.
De todos los libros que le conozco solo nombraré unos cuantos, porque si tuviera que escribir todos los títulos no tendría suficiente con este folio.
La sombra del ciprés es alargada, El camino, Diario de un emigrante, La hoja roja, Las ratas y mención especial para Los santos inocentes, Señora de rojo sobre fondo gris y Cinco horas con Mario, obra con la que disfrute su lectura y su puesta en escena en teatro.
Es evidente que me gusta este escritor y es el autor del que más cantidad de títulos he consumido.
A pesar de que se nos fue en el año 2010, he escrito en presente, por que Don Miguel existió, existe y existirá.
Ya solo me falta escribir para él: "Gracias por tanto".
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